Si consiguiera declarar lo que amo, si consiguiera elevar mi amor por el cielo como una nube en la luz; si como murallas que se derriban, para descubrir la verdad erguida en medio, consiguiera abatir mi cuerpo, dejando solo la realidad de mi amor, la realidad de mi, que no se llama gloria, fortuna o ambición, sino amor o deseo, yo sería aquel que ilusionaba; aquel que con lengua, ojos y manos revela ante todos la verdad ignorada, la verdad de mi amor evidente.
Libertad no conozco más que la libertad de estar cautivo en alguien cuyo nombre no puedo oír sin estremecimiento; alguien por quien me olvido de esta sórdida presencia, por quien el día y la noche son para mí lo que quiera, y mi cuerpo y espíritu navegan en su cuerpo y espíritu como troncos extraviados que el mar hunde o eleva libremente, con la libertad del amor, la única libertad que me exalta, la única libertad por que muero.
Tú acreditas mi existencia: si no te conozco, no he vivido; si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.
Basado en el libro “La realidad y el deseo”