Que no se confunda calentura o “virilidad” con enfermedad o trastorno… mucho cuidado.
(Del lat. tardío priapismus, y este del gr. πριαπισμός).
1. m. Biol. Erección continua y dolorosa del miembro viril, sin apetito venéreo.
Erección permanente y dolorosa del miembro viril sin deseo sexual. El mal es provocado por un trastorno vascular en los mecanismos de la erección, cuando el pene no logra evacuar la sangre que lo llena y se mantiene rígido incluso después de apagado el deseo. Después de más de cuatro horas de erección continua, se recomienda abrir quirúrgicamente los cuerpos cavernosos y drenar la sangre estancada para evitar la gangrena.
La palabra proviene del griego priapismós, que tiene el mismo significado y deriva del nombre de Príapos (Príapo), el dios de la fertilidad vegetal y animal, hijo de Afrodita y Dionisos, representado con un falo enorme, venerado inicialmente en la región del Helesponto.
Según el mito griego, el priapismo era un castigo de los dioses: Pegaso, embajador de Dionisos, partió de su ciudad, Eleuteras, hacia Atenas, llevando una estatua del dios del vino, pero al llegar a destino fue rechazado con furia por los atenienses y tuvo que volver. En represalia, Dionisos castigó a los hombres de Atenas con la enfermedad del priapismo. Cuando consultaron el oráculo de Delfos, éste les advirtió que sólo podrían curarse homenajeando al dios ofendido con los cultos que merecía.
Los afectados fabricaron entonces grandes falos y los llevaron en procesión junto con la estatua de Dionisos. El mal cesó y todo volvió a lo normal, pero por las dudas, para evitar toda posibilidad de recaída, desde entonces en Atenas junto con las Grandes Dionisíacas, la fiesta anual del vino, se realizaba la procesión de los falos, llamada phallephoria.
(Del lat. tardío priapismus, y este del gr. πριαπισμός).
1. m. Biol. Erección continua y dolorosa del miembro viril, sin apetito venéreo.
Erección permanente y dolorosa del miembro viril sin deseo sexual. El mal es provocado por un trastorno vascular en los mecanismos de la erección, cuando el pene no logra evacuar la sangre que lo llena y se mantiene rígido incluso después de apagado el deseo. Después de más de cuatro horas de erección continua, se recomienda abrir quirúrgicamente los cuerpos cavernosos y drenar la sangre estancada para evitar la gangrena.
La palabra proviene del griego priapismós, que tiene el mismo significado y deriva del nombre de Príapos (Príapo), el dios de la fertilidad vegetal y animal, hijo de Afrodita y Dionisos, representado con un falo enorme, venerado inicialmente en la región del Helesponto.
Según el mito griego, el priapismo era un castigo de los dioses: Pegaso, embajador de Dionisos, partió de su ciudad, Eleuteras, hacia Atenas, llevando una estatua del dios del vino, pero al llegar a destino fue rechazado con furia por los atenienses y tuvo que volver. En represalia, Dionisos castigó a los hombres de Atenas con la enfermedad del priapismo. Cuando consultaron el oráculo de Delfos, éste les advirtió que sólo podrían curarse homenajeando al dios ofendido con los cultos que merecía.
Los afectados fabricaron entonces grandes falos y los llevaron en procesión junto con la estatua de Dionisos. El mal cesó y todo volvió a lo normal, pero por las dudas, para evitar toda posibilidad de recaída, desde entonces en Atenas junto con las Grandes Dionisíacas, la fiesta anual del vino, se realizaba la procesión de los falos, llamada phallephoria.
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