Si yo habitase tu sombra nunca te alejarías.
Precediendo, siguiendo, rodeando a tus pasos
sería como el huésped del aire que haces tuyo,
que limita tu cuerpo de piel recién amada.
Concédeme el albergue de tu sombra, descubre
el secreto del sol que derrama tu sombra,
que hace que te dupliques gris sobre los caminos,
como un espejo oscuro que mima tu contorno
pero del que se escapan tu sonrisa, tu frente,
la luz de tu mirada, el color de tu blusa,
los pliegues de tu falda, todo lo que en ti brilla.
Si así fuera... yo llenaría tu sombra de colores,
mediría tus pasos de modo que no huyeran,
salvaría las trampas en que se embosca el tiempo,
sin traspasar los límites que tu sombra dibuja.
Qué gozosa existencia me sería la de vivir contigo,
habitando el espacio donde nace y concluye
lo que de ti poseo, lo que me ha dado nombre,
aquello que el amor recompone en la pena.
En tu sombra...yo sería prolongación, apéndice
de tu misma presencia, en ti siempre enraizado
igual que el árbol en tierra, mirando como andas,
surgiendo de tus piernas donde se asienta un mundo
poblado de caricias que hiciste mío ya hace tiempo,
desde aquel primer día en que, tú sabes, yo te pienso.
Nunca te alejarías de mí, ya inseparable,
ya atada dulcemente al pie de tu estatura
donde yo nacería saludando a la aurora,
alzado con el sol donde las sombras crecen.
Y al llegar la negrura sin sombra de la noche
treparía a tu cuerpo, tan mío, tan amado,
para habitar de nuevo tu sombra con el día.
Si yo fuera tu sombra, sirena...¡cuánto te amaría!
Precediendo, siguiendo, rodeando a tus pasos
sería como el huésped del aire que haces tuyo,
que limita tu cuerpo de piel recién amada.
Concédeme el albergue de tu sombra, descubre
el secreto del sol que derrama tu sombra,
que hace que te dupliques gris sobre los caminos,
como un espejo oscuro que mima tu contorno
pero del que se escapan tu sonrisa, tu frente,
la luz de tu mirada, el color de tu blusa,
los pliegues de tu falda, todo lo que en ti brilla.
Si así fuera... yo llenaría tu sombra de colores,
mediría tus pasos de modo que no huyeran,
salvaría las trampas en que se embosca el tiempo,
sin traspasar los límites que tu sombra dibuja.
Qué gozosa existencia me sería la de vivir contigo,
habitando el espacio donde nace y concluye
lo que de ti poseo, lo que me ha dado nombre,
aquello que el amor recompone en la pena.
En tu sombra...yo sería prolongación, apéndice
de tu misma presencia, en ti siempre enraizado
igual que el árbol en tierra, mirando como andas,
surgiendo de tus piernas donde se asienta un mundo
poblado de caricias que hiciste mío ya hace tiempo,
desde aquel primer día en que, tú sabes, yo te pienso.
Nunca te alejarías de mí, ya inseparable,
ya atada dulcemente al pie de tu estatura
donde yo nacería saludando a la aurora,
alzado con el sol donde las sombras crecen.
Y al llegar la negrura sin sombra de la noche
treparía a tu cuerpo, tan mío, tan amado,
para habitar de nuevo tu sombra con el día.
Si yo fuera tu sombra, sirena...¡cuánto te amaría!