Con los tremendos calores (climáticos) que hemos vivido en los últimos días, lo deseable sería estar todo el día chapoteando en la frescura del agua. Desde la regadera hasta la orilla del mar, el vital líquido nos recuerda lo indispensable que es cuando, atrapados en el tráfico, estamos a casi 30 grados de temperatura.
Y para muchos, algo tan imprescindible como el sexo no puede estar al margen de estos húmedos deseos invocados bajo un sol abrasador. El sexo en el agua es una de las más recurrentes fantasías de las parejas que buscan variedad.
Para un presupuesto apretado, o bien, si se tiene poco tiempo, la regadera siempre resultará una buena opción para el encuentro amoroso. Pocas veces reparamos en el cosquilleo que producen las gotas cayendo sobre la piel, pero esa sensación suele exacerbarse si entramos en la ducha con el ser amado. La temperatura y la fuerza del agua son dos elementos con los que se puede jugar para incrementar el placer. Es un rinconcito ideal cuando la pareja gusta de hacer el amor de pie (por que eso de acostarse está medio difícil).
Aquellos más pudientes o los atrevidos que buscan un cuarto de hotel para esas aventuras acuáticas no negarán que un jacuzzi brinda numerosas ventajas: privacidad a tope, amplio margen de acción y hasta burbujitas. La cantidad de agua revela en los amantes una agilidad que nunca podrían alcanzar en seco, lo que permite intentar posiciones nuevas o más osadas. Y eso del hidromasaje es un gran invento.
Sin embargo, aquí sí habría que tomar dos precauciones principales. Primero, si para acceder al jacuzzi se tiene que alquilar, cuidado con los lugares de medio pelo, pues sabemos que el agua es vida y también lo saben las bacterias y hongos que habitan en ella. Segundo, si se decide usar polvos, soluciones o algún otro producto químico para crear burbujas, lee atentamente las instrucciones, pues la mayoría de ellos advierten que pueden causar irritaciones en el área genital. And last, but not least: si se usa condón, habrá que ponerlo antes de mojarse.
Si se necesita más espacio aún, o bien, si la adrenalina de los lugares públicos es un plus para el encuentro sexual, una alberca es lo tuyo. Aquí la gravedad es relativa y el tamaño del lugar es adecuado, incluso para uno que otro bucito. Para disfrutar plenamente de este escenario, además de las precauciones señaladas en el caso anterior, habrá que tomar en cuenta dos más. El agua de las albercas tiene gran concentración de cloro, el cual puede causar irritación en las mucosas más íntimas, tanto de él como de ella. Un buen tip (que aplica para todos los casos) es que la penetración se realice con bombeos cortos (sin sacar demasiado el pene de la vagina) para procurar introducir la menor cantidad de agua en la cavidad vaginal.
El agua de mar es otro cantar. Entre las cosas más eróticas de hacerlo ahí se encuentra el cadencioso ritmo del oleaje, que casi por sí mismo podría marcar el compás del encuentro. Pero también tiene sus bemoles. La cantidad de sal que contiene puede ser agresiva para los órganos sexuales y convertir el idilio en una pesadilla. Si se sale bien librado de ese inconveniente, hay otra recomendación que no está de más para disfrutar del momento con seguridad: prestar atención a la marea, si no se quiere terminar ahogado, y no precisamente de placer.
En la variedad está el gusto y si se practica el sexo acuático de vez en cuando, se podrá decidir qué opción gusta más.
Rocío Sánchez (periodista especializada en salud sexual)
Y para muchos, algo tan imprescindible como el sexo no puede estar al margen de estos húmedos deseos invocados bajo un sol abrasador. El sexo en el agua es una de las más recurrentes fantasías de las parejas que buscan variedad.
Para un presupuesto apretado, o bien, si se tiene poco tiempo, la regadera siempre resultará una buena opción para el encuentro amoroso. Pocas veces reparamos en el cosquilleo que producen las gotas cayendo sobre la piel, pero esa sensación suele exacerbarse si entramos en la ducha con el ser amado. La temperatura y la fuerza del agua son dos elementos con los que se puede jugar para incrementar el placer. Es un rinconcito ideal cuando la pareja gusta de hacer el amor de pie (por que eso de acostarse está medio difícil).
Aquellos más pudientes o los atrevidos que buscan un cuarto de hotel para esas aventuras acuáticas no negarán que un jacuzzi brinda numerosas ventajas: privacidad a tope, amplio margen de acción y hasta burbujitas. La cantidad de agua revela en los amantes una agilidad que nunca podrían alcanzar en seco, lo que permite intentar posiciones nuevas o más osadas. Y eso del hidromasaje es un gran invento.
Sin embargo, aquí sí habría que tomar dos precauciones principales. Primero, si para acceder al jacuzzi se tiene que alquilar, cuidado con los lugares de medio pelo, pues sabemos que el agua es vida y también lo saben las bacterias y hongos que habitan en ella. Segundo, si se decide usar polvos, soluciones o algún otro producto químico para crear burbujas, lee atentamente las instrucciones, pues la mayoría de ellos advierten que pueden causar irritaciones en el área genital. And last, but not least: si se usa condón, habrá que ponerlo antes de mojarse.
Si se necesita más espacio aún, o bien, si la adrenalina de los lugares públicos es un plus para el encuentro sexual, una alberca es lo tuyo. Aquí la gravedad es relativa y el tamaño del lugar es adecuado, incluso para uno que otro bucito. Para disfrutar plenamente de este escenario, además de las precauciones señaladas en el caso anterior, habrá que tomar en cuenta dos más. El agua de las albercas tiene gran concentración de cloro, el cual puede causar irritación en las mucosas más íntimas, tanto de él como de ella. Un buen tip (que aplica para todos los casos) es que la penetración se realice con bombeos cortos (sin sacar demasiado el pene de la vagina) para procurar introducir la menor cantidad de agua en la cavidad vaginal.
El agua de mar es otro cantar. Entre las cosas más eróticas de hacerlo ahí se encuentra el cadencioso ritmo del oleaje, que casi por sí mismo podría marcar el compás del encuentro. Pero también tiene sus bemoles. La cantidad de sal que contiene puede ser agresiva para los órganos sexuales y convertir el idilio en una pesadilla. Si se sale bien librado de ese inconveniente, hay otra recomendación que no está de más para disfrutar del momento con seguridad: prestar atención a la marea, si no se quiere terminar ahogado, y no precisamente de placer.
En la variedad está el gusto y si se practica el sexo acuático de vez en cuando, se podrá decidir qué opción gusta más.
Rocío Sánchez (periodista especializada en salud sexual)
2 comentarios:
Fíjate que difiero mucho con el acto coital en el agua.... me parece un tanto anti higiénico y severamente peligroso... sin embargo creo que la exitación y el juego sexual acuático es sin duda uno de los mejores estimulantes del placer, ahí si no niego nada.
Gracia spor ir a visitarme al blog, saludos!!!
XD
Pos coincido con la reyna rubria, aunque terreno explorado, gracias por la visita
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