Historias del poder

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La calle: el miedo y la furia

Carlos Ramírez_______
www.indicador-politico.com.mx
cramirez@lacrisis.com

Si quisiera dimensionarse el tamaño de la crisis política, el choque de perredistas con la policía el pasado lunes 14 exhibió los perfiles de una ruptura institucional: legisladores del prd prefirieron la protesta callejera que la posibilidad de reformas políticas en los espacios de la Cámara de Diputados. La calle, pues, le ganó al parlamento.

Los legisladores del prd, que son la segunda fuerza en la Cámara de Diputados y empatados con el pri como segundo partido en el Senado, prefirieron el conflicto violento en las calles que el reforzamiento de las instituciones legislativas. La opción asumida por el prd es significativa: el choque callejero.

El prd no ha entendido la dimensión de su saldo electoral del pasado 2 de julio. Como partido, ha sido convertido en un grupo de presión y en una fuerza de choque de López Obrador. Los plantones en el corredor Zócalo-Madero-Juárez-Reforma son una expresión paradójica de la debilidad política del prd y de la ausencia de un enfoque estratégico: ha preferido la exaltación del caudillo personal que la capitalización del avance político-electoral en el ámbito legislativo.

Es decir, el prd ha preferido la insurrección callejera que la reforma desde el parlamento. Como segunda fuerza en el Congreso, el prd enfrentaba el enorme desafío de convertirse en el pivote de la transición a la democracia. Pero al final el partido hubo de capitular ante las exigencias del agitador social: el prd ha comenzado a perder base social no perredista con su acción de asentamiento irregular, ilegal y violento en una de las arterias más importantes de la ciudad de México.

El prd, por tanto, ha demostrado que no le interesa la vía institucional sino el asalto al poder político. Los legisladores que quisieron instalar un campamento en el Palacio Legislativo malgastaron su capital político. Hubieran podido hacer mucho más en el parlamento que el ridículo bajo los toletes y los gases lacrimógenos de la Policía Federal Preventiva. Por tanto, los perredistas demostraron que siguen sin comprender que se mueven en una sociedad madura y operan como si estuvieran en una asamblea estudiantil de cualquier prepa popular.

Lo malo de todo es el fracaso del pensamiento político de la izquierda perredista. El prd se formó con, cuando menos, tres corrientes ideológicas: el Partido Comunista Mexicano, los ex priístas cardenistas y los grupos radicales de la izquierda marxista. La oferta política de López Obrador, sin embargo, carece de referentes ideológicos. Se basa en la movilización social y en la conquista del poder para ejercer el poder desde el voluntarismo del caudillo.

Con un tercio de los votos, la izquierda del prd se hubiera colocado como la pieza clave del cambio político. Pero el perredismo ha malgastado, y de manera lamentable, su capital político con la batalla perdida de López Obrador por aferrarse a la presidencia de la república. Y lo peor ha sido la ofensiva de confrontación contra la sociedad al tomar las calles como espacio de lucha y tomar a la ciudad de México como rehén político.

A diferencia de 1988, el país tiene hoy espacios institucionales que garantizan la alternancia. El choque provocado de la calle contra el parlamento se va a convertir en la peor derrota de un prd que tomó el camino institucional de las elecciones pero que se quiere apropiar de la presidencia de la república con batallas callejeras.

En la calle, al final de cuentas, se expresa sólo el miedo y la furia, no la política.

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