La democracia soy yo

Su Alteza Terquisísima
Leonardo Girondella Mora

No pretendo hacer burla, aunque lo parezca, de los sucesos alrededor del ex candidato del PRD —deben ser muchos más que los siguientes y son dignos de ser dejados a la posteridad—, pero creo que él mismo se ha hecho sujeto del llamado humor involuntario.

• El Washington Post publica un editorial sobre el candidato y éste responde de manera excelsa: “Salió un editorial del Washington Post diciendo que no hay fraude y que todo esto lo estoy inventando yo, aplicándome todos los calificativos que se me aplican aquí en el País: populista, mesiánico...

“Yo les digo, con todo respeto, a los del Washington Post, de que la investigación, nada más para que tengan un referente, la investigación que hizo ese periódico hace algún tiempo para descubrir un fraude en Estados Unidos, que llevó a la destitución de Nixon, esa investigación que hizo el Washington Post es un juego de niños, si se compara con la conspiración y con el fraude que se está queriendo llevar a cabo en nuestro país".

• Es menester considerar que cuando este candidato se dirige a alguien “con todo respeto”, ello significa que lo declara su enemigo —como en aquel memorable, “Deje de estar gritando como chachalaca, no se meta, no le corresponde, ya tuvo su oportunidad y traicionó a todos los mexicanos que confiaron en él, cállese ciudadano presidente, con todo respeto, le digo"

• De ida y de vuelta suele ir y venir este candidato arrojando a algunos medios, convertidos en estenógrafos complacientes, teorías de ciencia-ficción: “el fraude fue cibernético como bien puede verse...no, no, fue a la antigüita... aquí tengo un video... no, no, fue un fraude gigantesco que todos conocen y nadie ha visto... aquí hay otro video... sé que voy adelante en las encuestas... no, no tanto... todo es un complot en mi contra... yo soy el único que sabe lo que pasa... ¿corrupción en la gente que me rodea?... ¿cuál manifestación en contra de la criminalidad?... a todos los sobornan menos a los míos... lo mío es más grave que lo de Watergate... se necesita una revolución... voy a hacer una convención que me nombre presidente... los medios son boletines de la oposición”.

• Tiene un gran gusto por buscar comparaciones personales: “soy como Juárez, como Madero... me comparo a Jesucristo... lo mío es como lo de Ghandi... como lo de Martin Luther King... soy como Cárdenas, o como Roosevelt”.

• A las acciones violentas, les llama pacíficas. A la aplicación de la ley, le llama represión. La libertad de expresión suya está por encima de las de los otros.

Es un flamante caso nuevo de una loca combinación de Chomsky, con Luis XIV y con el Newspeak de la novela “1984” —y que lleva a frases nuevas, como “aplicar bien la ley es violar la misma ley”, “lo más pacífico es lo más violento”, “tú eres yo”, “la inestabilidad debe ser estable”, “nada es mayor a lo que yo hago”, “el más democrático de los votos es el mío”, “la democracia soy yo”, “sólo yo entiendo lo que pasa”, “todo es un complot excepto lo mío”, “informar es mentir”, “sólo mis encuestas son reales”.

• Ha redefinido al poder ejecutivo en “tener la sensibilidad de hacer suyos los anhelos del pueblo, conduciendo de manera pacífica el cambio democrático para que las leyes sean la “genuina expresión” de la voluntad popular” [página 122 de su libro] —traducción: vuelta al presidencialismo autoritario, adiós a la división de poderes y la ley es lo que el presidente decida interpretar que el pueblo quiere sin que vayan de por medio votaciones.

• Las elecciones mexicanas fueron fraudulentas, dice el candidato, y él es el único que lo sabe —todos los demás fueron engañados o son autores de la confabulación (¡otra más!) de la que él es víctima.

• La gran prueba del fraude es sencilla, según él, y consiste en la negación de las autoridades electorales de hacer el conteo de votos otra vez todos —afirma que esa negativa es la prueba fehaciente del fraude. De acuerdo con esto, todos los mexicanos somos culpables de narcotráfico si es que negamos estar involucrados en esa actividad —o todos somos ladrones de coches por el simple hecho de negar serlo.

• Nombra él una Convención Democrática de la que dice que obedecerá sus dictados, incluso el mandato de nombrarlo presidente —es decir, él nombra a sus amigos como miembros de la convención y luego sus amigos lo nombran a él. Debe tratarse de un nuevo sistema político, la amicocracia, por medio de la cual sus amigos nombran al presidente y quienes no son sus amigos son considerados facciosos pertenecientes a un complot.

• Y, dentro de su extraña forma de pensar, él tiene ahora derecho de dar un golpe de estado y tomar el poder —la razón es sencilla, en su opinión las elecciones fueron un golpe de estado y él restaurará la democracia. Si de Hugo Chávez se ha dicho que pertenece al narcisismo-leninismo, el candidato del PRD puede ser ahora llamado Su Alteza Terquísísima.


Se está frente a una personalidad que psiquiatras de todas partes del mundo y de todos los tiempos pelearían por analizar —he oído eso, pero no sé si sea cierto, lo que me importa es que en un lento proceso de democratización que ha costado años y muchos esfuerzos, ha ahora aparecido un personaje que puede echarlo todo a perder.

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